Tiene una altura considerable y en el crucero, cúpula con 4 ventanales que iluminan la estancia y que en otro tiempo teñían de rojo ( así eran sus cristales) allí donde alcanzaba su luz.
La torre desde la que se contempla gran parte del pueblo a "vista de pájaro" y a la que se accede tras subir unas empinadas escaleras de caracol se termina el 21 de marzo de 1801 escuchándose por primera vez, el sonido de sus campanas.
La Virgen del Rosario es una imagen de vestir y en la retina de los que la conocemos desde siempre aparece con su manto azul-fuerte bordado en oro y su Niñito en brazos. Está en el lateral izquierdo del crucero, en el centro de un hermoso retablo cuyo autor, el Maestro escultor Juan Domínguez de Estivada remató, allá en lo más alto con la majestuosa escultura del Padre Eterno dando su bendición, rodeado de querubines.
A ambos lados de la Virgen Santísima, San José, su casto esposo, sostiene orgulloso al Niño en brazos y esa vara florida ( en otro tiempo) signo de tal virtud y San Joaquín con su hija, la Virgen-Niña preciosamente peinada con el pelo recogido en moño. En el segundo cuerpo, la representación de la Visitación de Nuestra Señora a su prima Sta. Isabel. La imaginería desbordante del escultor parece hablar de ese abrazo cariñoso, y de admiración por parte de Isabel, que sale a recibir a la Madre de Dios al llegar a su casa. A la altura de este encuentro, derecha e izquierda respectivamente, dos tallas con marcado pasado dominico. San Antonino de Florencia, arzobispo de esta ciudad, antes padre dominico, gran catequista que supo plasmar en su vida y obras la importancia de la oración , la Eucaristía y el amor a la Virgen y, San Pio V Papa que instituyó la fiesta del Rosario allá por el siglo XVI cuando tuvo lugar la famosa batalla de Lepanto.
Dato curioso de esta iglesia es el reloj de sol que vemos en esta última imagen, ahí en esa esquina marcando silencioso el paso del tiempo que a día de hoy se escribe así: 222 años.Hagan una visita, si pasan por Ortigueira. Merece la pena.
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