sábado, 18 de noviembre de 2017

¿A QUÉ REINO PERTENEZCO YO?



Este título lo leí, en esas pequeños papeles que, a diario, casa casi sin querer o por simple curiosidad (también por costumbre) están en nuestras manos.Son las cosas que aparecen en los calendarios -en mi casa siempre hubo el taco del Corazón de Jesús- que cada día tienen su hojita o los que traen las lunas, el santoral, los festivos regionales, etc. y para los que perdemos a menudo las llaves,...empiezan con el responso a San Antonio.
¡Cosas curiosas! Hay otras que quisiéramos saber pero que, sin embargo huímos de hacer comentarios o, lo que es peor, las tratamos con banalidad.No nos gusta envejecer y  despreciamos todo lo que nos recuerda que esta vida es pasajera;nos molesta hablar de la muerte. Filosofamos con otros temas pero, tanto envejecer como morir son grandes realidades cuya explicación forma parte del meollo del pensamiento filosófico.

Todo ser viviente envejece como un vestido
porque la ley eterna es:hay que morir (Si)

Ya el Rey David decía, refiriéndose a lo que pasa después de la muerte: "Creo que gozaré de la bondad de Dios en el país de la vida...
Todos los pueblos desarrollaron culturas en las que incluyen para el momento de la muerte un respeto extraordinario con el componente intrínsico de la otra vida, la eterna.

Sócrates recuerda que "No hay forma de evitar la muerte ya que, tarde o temprano todos mueren.

Platón afirmaba que "Aprendiendo a morir se aprende a vivir mejor" y, cual creyente (expresión de hoy en día) dice: Y el alma ese ser invisible que marcha a un paraje...cerca de un Dios lleno de bondad y de sabiduría y a cuyo sitio espero que mi alma volará...

Por qué  inquieta sabiendo  que es algo certero e inevitable? La respuesta está en que la separación de personas que se quieren, es dolorosa.La persona que ama, sufre la ausencia del ser querido

San Agustín definía la muerte como "algo natural que sólo se supera con la fe en la vida" y añadía: "Señor Dios, nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti" y "La muerte no es el final"
Jorge Manrique en "Las coplas a la muerte de su padre"hace una reflexión sobre la vida, la fama, la fortuna y la muerte comparando nuestra existencia a los ríos que van a parar al mar, que es el morir.La muerte dice, iguala a todos los hombres:
...y llegados, son iguales
los que viven por sus manos y  los ricos
Y advierte:
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar...
También Quevedo toca el tema de la muerte:"Cuerdo es solo el que vive cada día como quien cada día y cada hora puede morir" dice el escritor. y el gran Francisco de Asís ese protector de la Naturaleza nos anima a ser solidarios: "Recuerda que cuando abandones esta tierra no podrás llevarte contigo nada de lo que has recibido, sólo lo que has dado".
Demos un salto en el tiempo y veamos a Dámaso Alonso y su deseo de eternidad....con tono de oración:
                            ¡Oh "Ser"omnipotente, sé verdad,
                             sí en eterno lugar!¡Véncenos tú!


Mi gran esperanza- esta que empezó en la casa de mis padres cuando nací y de forma inconsciente-está en el relato del Evangelista Juan que pone en boca de Cristo-Jesús:Que no tiemble vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la "casa de mi Padre" (el Cielo) hay muchas estancias;...voy a prepararos un lugar...para que donde esté yo, estéis también vosotros...Y en Apocalipsis (21,4): ...Y él,...será su Dios,Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas...(por algo nos decían de niños que en el Cielo hay todo; todo lo bueno que queremos).Allí ponemos a nuestros seres queridos que ya partieron y los recordamos en el día de Todos los Santos.

Volviendo al título de este escrito contaré  que, el emperador Guillermo de Alemania fue un  día a visitar una escuela de primaria.Después del recibimiento propio de su categoría preguntó a los niños a que reino pertenecía una naranja y también una moneda, mostrando tales cosas.Al reino vegetal y animal respectivamente, contestó una chiquilla.El rey prosiguió:¿Y yo, a qué reino pertenezco?Temiendo ofender al Emperador si contestaba al reino animal, la niña, mirándole a los ojos dice:
Al reino de Dios, señor..
Dicen que el Emperador quedó asombrado y, acariciando la cabeza de la nenita dijo en tono solemne:
¡¡Ojalá, sea yo digno de aquel reino!!
Dios es nuestro único consuelo ante la muerte.Será que, como dice San Agustín "la verdadera vida está junto a Dios".